Reflexión sobre las lluvias como productor

Escrito por Gabriel Bravo, productor de Semillas Plantae

Caen las primeras lluvias

Siento que este año el tiempo se acomodó fielmente a como lo hacía en el pasado, a como lo predecía el útimo lechero autóctono de mi comunidad hace décadas. Desde que comencé mi viaje por la actividad agrícola, una de las primeras reflexiones que me hice a mi mismo, fue que probablemente nadie se conecta intrínsicamente con el estado del tiempo tanto como un agricultor.

Para la mayoría de la población, especialmente la urbana que no siembra, no implica mucho estrés o tiempo en sus pensamientos si hace viento, calor, sol, está nublado o llueve. Yo tomé noción de esto hasta que decidí, casi que descabelladamente, convertirme en agricultor y trabajar una finca.

¿Iluso? pues si.. ¿La mejor decisión que he tomado en mi vida? pues definitivamente.

Tener un campo sembrado requiere muchísimo, toda aquella persona que pone plantas en la tierra y se preocupa por su bienestar, puede que empatize conmigo casi que de manera íntima, especialmente aquellos de nosotros que decidimos con merecida valentía comenzar nuestros huertos desde semilla, sin comprar almácigo.

Cuando solía ser un adulto joven citadino

No me podía importar menos el estado del tiempo, no tenía que preocuparme por si sobrevivía un retoño mío que necesitaba de mi cariño y atención, darle agua, microbiología, protección del viento, o de las mil y una afecciones biológicas que están en veces simplemente esperando, como cocodrilos en el Tárcoles viendo los peatones del puente, para atacar mis dulces esfuerzos. Mi descontento era la pereza de mojarme para ir a montarme al carro… No me imaginaba de lo que sería escorrentías lavándome las parcelas, o de manera contraria, las sequías sin sistemas de riego adecuados, dejando a mis lechugas pigmeas. Vientos de 80km por hora, riéndose ferozmente de mis interminables horas de trabajo para tumbar y quebrar todo al suelo.

estas primeras lluvias me recuerdan

la relación que he desarrollado personalmente con el clima; me ha enseñado sin duda a ser paciente, a sacar el lado ZEN que tengo (prácticamente nulo por cierto), para aceptar las derrotas y celebrar las vigorosas victorias. Estas primeras lluvias me recuerdan el bienestar de reconocer que hay agua filtrándose al suelo, reactivando a billones de seres vivos. Nada… repito, nada… pone a los cultivos tan lindos como el agua suave de las primeras lluvias de Mayo a Junio. Me emociona trabajar un suelo húmedo, que estuvo tan solo unas semanas atrás, desesperado por la extraña pero maravillosa molécula del agua. Aunque utilize riegos por goteos en verano e irrigo mis campos con agua pura de montaña; simplemente hay algo en el agua que cae directo de un cielo nublado.

Genuinamente reviví esto con este proceso, pero como tengo un angelito en un hombro y un diablito en el otro, tiene que existir una contrariedad. Considero que era probablemente uno de los pocos agricultores que estaba pidiéndole a tatica que no lloviera todavía. ¿Porqué? pues porque decidí convertirme en productor de semillas.

Producción de semillas y la lluvia son como los archienemigos de mi historieta agrícola. Tengo en campo actualmente Rosa de jamaica, que se atrasó en la produccion y está el agua pudriendo los botones llenos de semillas en su proceso de secado; es importante remarcar que estas plantas llevan 7 meses succionando mis servicios de niñera. Caso similar con un Gandul, cuyas vainas se humedecen y dañan el grano. Sigo aprendiendo y experimentando en como salvar cosechas, en cómo planear mis siembras. ¿Qué pasa si saco la planta entera en un estado semi verde? será que termina de madurar adecuadamente el embrión por el cual tanto yo como ella se ha esforzado en desarrollar?

Sembrar es un hermoso agridulce, celebremos siempre sus desafíos, cosechas, fracasos y abundancias. Sembrar es un acto de aprendizaje eterno, un scrolling del bueno.